No sé porqué siempre estamos posponiéndolo todo, pero si
tuviera que adivinarlo, diría que tiene mucho que ver con el miedo; el miedo al
fracaso, el miedo al dolor, el miedo al rechazo. Ah! se me olvidaba...y por vagancia.
La verdad es que, la mayoría de veces, se debe solo a la
vagancia de tener que ponerte a terminar alguna cosa, o empezar otra, que sabes
que posiblemente te cueste solo 5 minutos, pero el hecho de ponerte...hace que
busques otra cosa que hacer y dejarlo de lado.
Terminamos diciendo: bah! Si total! Ya lo haré mañana. El
problema no es que lo hagas mañana, si no que cada día repites lo mismo...y lo
vas dejando, hasta que ya es tarde...
En cambio, otras veces, es miedo a tomar una decisión,
porque... ¿Y si te equivocas y cometes un error sin solución? ¿Y si tomas la
decisión equivocada y te pasa factura el resto de tu vida?¿Y si escoges mal y
pierdes a alguien para siempre?
Sea lo que sea lo que nos da miedo, nos da miedo tener que escoger, tener que hacer ciertas cosas. Solo hay una cosa que es cierta: Cuando el dolor de no hacer algo es más insoportable que el miedo a hacerlo, es como si cargáramos con una pesada carga. Quien duda está perdido. Y terminas actuando, escogiendo que hacer, y a veces...cagándola. A veces escoges con prisas, porque piensas que seguir pensando que hacer puede causarte dolor o causárselo a los que te rodean. Y como se suele decir: "las prisas no son buenas". Escoges con rapidez y te equivocas. Pero no pasa nada, otro error. Este puede causar daño, herirnos, dejarnos cicatrices o recordarnos la elección que hicimos durante toda nuestra vida.
Tenemos cicatrices en los lugares más insospechados, como si
fueran mapas secretos de nuestra historia personal, vestigios de viejas
heridas. Algunas heridas se cierran dejándonos sólo una cicatriz, pero otras
no. Algunas cicatrices, las llevamos a todas partes y aunque la herida cierre,
el dolor persiste. Y siempre, cuando las miremos, recordaremos el error que
cometimos, o que ocurrió para que tengamos esta cicatriz.
A veces, tenemos cicatrices que nos hacen reír o que nos
traen buenos recuerdos, pero no nos engañemos..de estas hay muy pocas...
¿Cueles son peores las nuevas heridas terriblemente dolorosas o las viejas que debieron cerrarse hace años pero no lo hicieron? Quizás las viejas heridas nos enseñan algo, nos recuerdan donde hemos estado y lo que hemos superado, nos enseñan que debemos evitar en el futuro o eso creemos, aunque en realidad no es así, hay cosas que debemos aprender una y otra vez. Hay cosas que debemos hacer a la primera, o escoger sabiendo que una vez ya nos equivocamos. Volveremos a caer en la misma piedra, pero parecemos tontos, siempre volvemos a caer. Cometemos los mismos errores una y otra vez, hasta que la ostia es tan grande, que solo sentimos el dolor de habernos vuelto a equivocar.
El dolor adopta formas diversas, una punzada, una perdida, una
leve molestia... dolor sin más, el dolor con el que convivimos a diario, pero
hay dolor que no podemos ignorar, un dolor tan enorme que borra todo lo demás y
hace que el mundo se desvanezca, hasta que solo podemos pensar en cuanto daño
hemos hecho. ¿Cómo enfrentarnos al dolor? Depende de nosotros.
Podemos anestesiarlo, aguantarlo, aceptarlo... ignorarlo, para algunos, la mejor manera de enfrentarse a él es seguir viviendo o luchar contra él.
Pero no nos mintamos...el dolor, sólo hay que aguantarlo. Esperar a que se vaya por sí solo y esperar a que la herida que lo ha causado cicatrice. No hay soluciones, ni respuestas sencillas, solo hay que respirar hondo y esperar a que se calme. La mayoría de las veces, el dolor puede aliviarse, pero, a veces, llega cuando menos te lo esperas, te da un golpe bajo y no te deja levantarte. Hay que aprender a aceptar el dolor, porque lo cierto es que nunca te abandona y la vida siempre lo acrecienta.
Los seres humanos nacemos, crecemos, envejecemos, pero nunca
maduramos. Siempre cometemos los mismos errores, pero debemos aprender de
ellos...y la próxima vez escoger mejor.
En algún momento hay que decidirse; los muros no mantienen a
los demás fuera sino a ti dentro, la vida es un caos, somos así. Puedes pasarte
la vida levantando muros, o puedes vivirla saltándolos. Aunque hay algunos
muros demasiado peligrosos para cruzarlos y lo único que sé es que si
finalmente te aventuras a cruzar... las vistas al otro lado pueden ser
fantásticas.
Un sabio dijo una vez: puedes tener lo que quieras si
sacrificas todo lo demás. Lo que en verdad quería decir, es que no hay nada que
no tenga un precio, así que... antes de luchar, más vale que pienses lo que
quieres perder.
A menudo si se nos elige a nosotros y no al contrario, el sacrificio puede ser mayor de lo que podemos soportar.
Peléate con el árbitro, cambia las reglas, haz trampas, no
olvides tus heridas, pero juega... como si no hubiera un mañana. Juega y escoge
con cuidado. No se trata de ganar o perder, sino de cómo juegas y las
decisiones que tomas, te harán ir por un camino u otro, pero siempre llegarás a
un final, mejor o peor, pero siempre un final.
A
veces si te paras a pensar no actúas y si actúas luego no puedes dejar de
pensar. Si actúo y no pienso, puedo llegar a arrepentirme. Si pienso y no
actúo, jamás sabré que podía llegar a pasar o que podría haber ganado. Así que,
explícame que hago, o mejor, ahórrense el explicármelo, porque no voy a pensar,
solo me dejaré llevar.
Pero
será la última vez que lo haga, de eso estoy segura.
Supongo que soy de las que piensa que es mejor arriesgar,
aunque creo que, en el fondo, soy la que más miedo tiene a estropearlo todo.
ADA
"Me
gustabas cuando me demostrabas que te importaba... pero ahora ya es tarde, ve con ella, yo seguiré mi propio camino."
"Te la puse en bandeja y os uní, sin darme cuenta de lo que me haría sufrir a mi".
"Te la puse en bandeja y os uní, sin darme cuenta de lo que me haría sufrir a mi".
No hay comentarios:
Publicar un comentario