El don más valioso

Erase una vez un jóven de corazón muy delicado, el cual se encontraba perdidamente enamorado de una chica a la que nunca se atrevió a declararse.


Un día, mientras deambulaba pensativo por el campo, ideando qué hacer para poder conquistarla, fue sorprendido por un ángel, con grandes alas y un aura de luz imposible de eclipsar. Éste, se acercó lentamente al atónito chico y, con la intención de agraciarle, le dio a elegir uno entre tres poderes: volar, leer la mente o blindar su corazón.


El chico, cegado por la grandiosidad de los dos primeros poderes, descartó el tercero y comenzó a imaginar emocionado...

- Si pudiera volar, la conquistaría llevándola a comer a París, a merendar a Roma y a cenar a Nueva York, en el mismo día... -

- Si pudiera leer su mente, sabría lo que le gusta, sabría lo que hacer en cada momento para encantarla y sería siempre el hombre perfecto para ella... -

Tras mucho pensar y creyendo escoger lo más sensato, en vez de lo más ostentoso, pidió al ángel que le otorgara el poder de leer la mente. Este, sin más, puso las manos sobre el joven y desapareció sin que pudiera darle las gracias, dejando una estela blanca hasta el cielo.

El enamorado, emocionado corrió a casa para acicalarse y, armándose de valor, quedó por la tarde con la chica para tomar un café.


De camino a su encuentro, cual fue su sorpresa, que nada más verla, desde lejos, sentada y pensativa y antes de que le viese a él, pudo leer su mente... El joven se detuvo, su rostro quedó pálido, su mirada completamente perdida y... sin aliento, cayó desplomado al suelo.


Entre nubes, en un paisaje celestial, el chico despertó a los pies del generoso ángel que le concedió tal brillante don. Acto seguido, se incorporó, completamente descontrolado y llorando le pidió explicaciones.

- Tu lo sabías ¿verdad? ¡Tu sabías que estaba perdidamente enamorada de otro hombre! ¿Por qué no me lo advertiste? -

A lo que el ángel, interrumpiendo su furia, respondió...

- Yo sólo te ofrecí la oportunidad de salvarte, podrías haber conquistado a cualquier otra mujer volando y te ofrecí el don de leer la mente, para que tu mismo comprobaras la verdad, pero... en este caso, el poder más valioso para tí, era precisamente el que por completo descartaste. -

No hay poder más valioso en la vida que el de acabar con las propias debilidades de uno mismo.

Marc.